Peruvian musician( Guitar and Bass)Composer and Arranger.Study in Germany with Chico Mello and Guilherme Castro of Brazil. Member of the Ensemble Nelegatti in Berlin- Germany.Since 2015 in Chiclayo. Phone:922209651
Erotismo, chispa y encanto, un baile con más de 200 años de antigüedad.
Los españoles llamaron tierra a todas las expresiones dancísticas
propias del pueblo americano. Con el tiempo queda con el nombre del
baile tierra la más antigua de las danzas “de pañuelos”, un resultado de
mesclas entre lo español, lo afro y lo indígena.
Baile tierra recrea el cortejo en el que el hombre trata de conquistar a
la mujer. Muestra una gran sensualidad en los movimientos de las
caderas y las mujeres en la proximidad entre los cuerpos. Se acompaña
con el checo, la guitarra, las palmas y la voz primera antiguamente la
mujer bailaba tapándose la cara y no debía mirar la cara ni los ojos del
varón.
Archivo: Museo Afroperuano
Vídeo: Andy Arrasco
Fotografía:Jean Carlos Capuñay Capuñay
Luces:Rubén villegas
Diseño Grafico: Julio Diaz
Sonido: franz Robles
Tierra del Guayacán,
lindo madero de mi amor.
Tierra del Guayacán,
lindo madero de mi amor.
Es de Chalpón la flor hermosa,
orgullo de mi nación.
Es de Chalpón la flor hermosa,
orgullo de mi nación. (bis)
Desde Chiclayo a Pacora,
y de Jayanca al Cerro e'la Vieja.
Desde Chiclayo a Pacora,
y de Jayanca al Cerro e'la Vieja.
Todos dicen cual eco al cielo:
En Motupe está mi Cruz,
se celebra con anhelo.
Ella bajará del cerro,
es la cama de Jesús. (bis desde "Desde Chiclayo...")
ALGO DE HISTORIA SOBRE ESTA CANCION:
Cuenta la historia, que hubo un momento en que los pobladores de estas tierras norteñas temía por una gran catastrofe, y que el sacerdote Juan Agustin de Abad que vivia en una cueva del Cerro Chalpón, antes de morir escribio con su propia sangre un mensaje, indicando a los pobladores que se buscara una cruz que el tenia en su cueva y la llevaran a Motupe para venerarla, de ese modo estarian protegidos por siempre.
Luego de buscar arduamente, un 5 de Agosto dos personas finalmente encontraron la cruz mencionada por el sacerdote, estaba perdida entre ramas por la cueva.
Siguiendo las indicaciones del Padre Abad, la cruz fue llevada a la Iglesia de Motupe para venerarla, y como no ocurrió ninguna catástrofe, atribuyeron el milagro a la cruz del cerro Chalpón.
Por esta razon el 5 de agosto de todos los años se celebra la fiesta de la Santísima Cruz de Motupe, comenzando las celebraciones a partir de 3, en el que centenares de fieles suben al cerro chalpon en busqueda de la cruz para traerla a la iglesia y venerarla.
“Me preocupa mucho que más adelante no se escuche una marinera o un tondero”
8 04 2013 | 18:30h
NICOLÁS SECLÉN SAMPÉN. Cantante y compositor, líder del trío musical Los Mochicas del Perú, agrupación que tiene en su haber canciones como “Tierra del guayacán” “Las alforjas”, “La veguera”, “Suspira
Maricarmen Chinchay Chiclayo
La aparición del trío Los Mochicas del Perú se produjo en 1955, cuando se realizó en Lambayeque un concurso para escoger al mejor conjunto de música popular, auspiciado por la entonces marca de chocolates Mayascán. Es allí donde don Nicolás Seclén junto a José Arbulú y Antonio Medina Ramírez obtienen el segundo lugar, ya bautizados como el trío Los Mochicas por el periodista y profesor chiclayano Alfonso Tello Marchena.
Este líder musical criollo nos regaló algunas memorias y vivencias en esta entrevista. Es chiclayano, está entre nosotros y es nuestro.
¿Por qué cree que luego de más de medio siglo la música de Los Mochicas sigue vigente?
Vea usted, yo soy hijo de un campesino y sé lo que es abrir el surco, pisar el barro y abrir la tierra. De esa época recuerdo el bullicio que hacían los pájaros cantores al mediodía, ya sea en un algarrobo o en un mangal; ahí están el chisco, el huerequeque, la chilala, la urraca y otros más que fueron mis verdaderos maestros, porque en ese entonces no habían maestros que enseñaran [...] muchas cosas fueron de oído, y por qué le digo esto, porque esa es la razón que la música de Los Mochicas salió del alma, fue pura y por eso no ha muerto.
De todas sus composiciones, ¿cuál es la que más destaca para usted?
“El Huayacán” definitivamente, porque es una canción como sabe la mayoría, dedicada a la Cruz de Motupe que se hizo muy conocida y difundida en tiempos de festividad del santo madero, después viene “Las alforjas”. También compuse una canción a Tinajones, es decir, la música que hicimos reflejó en todo momento lo hermoso del norte, de Chiclayo y de Lambayeque.
Quién diría que fue justamente “la chiclayanada” la que le abrió las puertas hacia ese cerrado grupo criollo que reinaba en Lima por aquel entonces...
Ah, pero por supuesto. En mi repertorio hay música de Felipe Pinglo, de Chabuca Granda, pero con todo el respeto que se merecen los compositores limeños, yo nunca grabé canciones de Lima. Yo siempre me mantuve con mis marineras, mis tonderos y valses chiclayanos y con ellos entramos al mundo discográfico que era muy competitivo, con nuestro estilo propio donde por ejemplo, en las canciones mencionábamos los apellidos tradicionales de Chiclayo como los Chafloque, Chanamé.
Y de los compositores criollos contemporáneos, ¿cuál cree usted que ha sido el mejor?
El ferreñafano Luis Abelardo Núñez, sin duda. Él ha dejado unos mensajes de música muy hermosos, y lamenté mucho cuando él regresó del Japón a Lima con la misión de llevarme pero no se pudo. Recuerdo que me enseñó una foto de un restaurante de allá del Japón y me dijo: “mira cholo, aquí vas a trabajar”, pero lamentablemente la enfermedad se lo llevó antes y falleció, pese a que tuvo una gran despedida en su Ferreñafe querido, en Lima no le dieron la atención que merecía.
¿Y qué opina sobre la música actual, sobre todo de la criolla?
Los tiempos cambian, los gustos cambian y la música no es ajena a ello. Yo respeto a los músicos y los géneros, pero lo que a mí me preocupa es que más adelante no se escuche una marinera o un tondero. Lamentablemente no hay formadores hoy en día, si no hay herencia esto se puede perder; cuando yo llego a Lima habían muchos tríos: Los Chamas, Los Morochucos, Los Trovadores Criollos, pero hoy ya no hay más, ya no surgen los grupos que alimenten y creen nuevas canciones.
¿Eso quizá porque a nivel de la música criolla peruana ya se escribió todo?
No, eso no es verdad. Lo que sucede es que antes los compositores componían de verdad, la obra nacía cuando uno se enamoraba o cuando admiraba a una mujer que se convertía en la musa, la canción salía diferente y por eso calaba hondo. Ahora no es así, ahora todo es comercial por eso pasa un año y las canciones pasan y se olvidan.
¡Achica, achica... mochica! ¿De dónde salió esta frase tan popular que acompaña al trío desde siempre?
A bueno, un día teníamos presentación en Lima en el Club Felipe Pinglo, allá donde estaban todititos “los leones” (risas), entonces no faltó uno que nos gritara desde el público: “...a ver, ¿dónde están esos chiclayanos?” y le hice señas a José Reluz (que en paz descanse) que me acompañaba en el banjo en ese tiempo, para poder empezar. Fue una frase no programada, que yo creo que respondió más que todo al orgullo norteño que llevamos dentro, y de pronto la dije fuerte: “¡Achica, achica... mochica!” y desde allí no paramos de repetirla porque en ese momento gustó y pegó mucho.
¿Y la frase apela a la fuerza, la garra que se le debe poner a cada cosa que se hace porque un mochica, un chiclayano no se “achica”, no se intimida o sí?
Ah, claro, un mochica es un guerrero. Podemos intimidar, y qué mejor si es enamorando (risas), pero no podemos ser intimidados.
¿Cómo le gustaría que los recuerden?
Me gustaría que nos recuerden como el trío musical más importante del norte del Perú, pero aún hay “Mochicas” para rato, ah.
Extraido del diario: LA REPÚBLICA ( Perú )
Salen a la luz shows obscenos de otras agrupaciones musicales
Hace cinco décadas. La gran compositora rompió
esquemas en 1969 al llevar la música criolla a una iglesia para
acompañar y festejar la boda de su hija Teresa, quien evoca con emoción ese momento. Un bello recuerdo en el Día de la Canción Criolla.
El matrimonio de Teresa Fuller Granda, la hija de la gran Chabuca,
no fue una ceremonia religiosa más. Un regalo especial que la
cantautora le hizo a Teresa ese día convirtió la ceremonia en algo
inolvidable, en un evento único en la Lima de 1969.
Fue una serie de canciones que Chabuca denominó 'La Misa Criolla de Bodas', un conjunto de piezas preparadas que llevaron al criollismo y la música peruana a espacios nuevos.
El gran regalo
Un año antes, María Isabel Granda Larco, Chabuca Granda para el Perú y el mundo, le prometió a su hija componer una misa criolla para su boda.
"Un día mi madre me pregunta: '¿Qué quieres que te regale para tu
matrimonio?'. Bueno, le respondí que quería que me haga una misa. Y no
supe nada más hasta que entré en la iglesia. Fue una sorpresa, sentí una
gran emoción escuchar este canto maravilloso en la entrada, luego las
otras partes de la misa, un hermoso recuerdo de mi madre", señala Teresa
Fuller, casi cinco décadas después de aquel día.
El matrimonio se celebró el 16 de enero de 1969 en la iglesia de Santa María de Magdalena, en Pueblo Libre, y tuvo el acompañamiento musical de grandes artistas y arreglistas que enriquecieron la creatividad de la compositora criolla.
Trabajo previo
Tras componer la misa, Chabuca entregó su trabajo a Jorge Madueño
(padre de Pelo Madueño), para que haga los arreglos y este decide
llevar la obra de la criolla a un "ensamble de cuatro voces", para lo
cual convoca a Fernando Bacigalupo, como primera voz.
Luego se une un trío de jóvenes cantantes llamados 'Los Acordes',
entre quienes estaba Lucho González (segunda voz y guitarra), Ernesto
Pollarolo (tercera voz) y Julio Poggi (cuarta voz). Posteriormente
llegaron los encargados de la percusión: Juan Román en el cajón y
'Chatel' Álvarez en la cuchara y quijada de burro. "Para este trabajo se
unieron unos genios, Chabuca Granda, Jorge Madueño, Lucho González (fue
guitarrista de Libertad Lamarque, José José y otros grandes).
Por eso esta obra se introduce en la riqueza armónica del criollismo;
estábamos acostumbrados al tundete y a la guitarra fácil de dos o tres
acordes, pero este trabajo tenía influencia del bossa nova y de la
trova", dice Ernesto Pollarolo, quien recuerda como si fuera ayer lo
vivido junto a Chabuca.
Recuerda también que la inigualable criolla solía decir en las
reuniones que si la música peruana no se modernizaba, podía morir, ya
que en aquel tiempo no salía del tundete
¿Por qué es especial la misa que hizo Chabuca? "Al escuchar la obra,
la artista te hace un recorrido por todas las manifestaciones artísticas
de la costa peruana, pasa por danzas, danzones, valses, festejo,
tondero y rescata el landó, que en esa época se venía perdiendo", anota
Pollarolo.
En esa época era una novedad componer este tipo de misas. "Poco antes, en Argentina, se hizo la misa criolla de Ariel Ramírez, de tipo folklórico (...). La obra de Chabuca
también influyó en la música que se escuchaba durante una misa. Antes
la música sacra era lo único que se permitía en las iglesias".
Con la misa criolla, el grupo realizó varias presentaciones. Viajaron a Chile y Colombia, y justamente en este segundo país se grabó un disco LP, en la disquera Triunfo.
"Con mucho esfuerzo se grabó con la tutela de Chabuca Granda, quien quería que cada nota lleve el sentimiento de su obra", señala Pollarolo.
"Antes, en los discos había lado A y lado B, y por razones
comerciales la disquera cambió el orden de la misa, colocando el
Ofertorio, que era un vals, al inicio del lado B, alterando el orden de
la liturgia; Chabuca, al escuchar el disco se opuso, ella, muy
religiosa, no aceptó y tomó la matriz de aluminio del disco y lo tiró al
piso y con su taco lo destruyó", agrega, por su parte, el
documentalista Luis Enrique Cam, quien es autor del documental Cantar la misa con Chabuca.
En este trabajo Cam cuenta la historia de la misa criolla de Chabuca,
junto con imágenes de la Lima y Barranco antiguos y otros lugares. El
estreno es hoy a las 7 de la noche en el auditorio de Telefónica.
Es una oportunidad para que los jóvenes amantes del criollismo conozcan un poco más la obra de la gran Chabuca Granda.
Nota publicada en Nuestra Música,
revista institucional de APDAYC. No. 43, páginas 44-45, 2010. Texto del
periodista Agustín Pérez Aldave, Director de Prensa de la Asociación
Peruana de Autores y Compositores APDAYC.
EL VERSO FINO DE DON ALBERTO HARO
Pianista, director de orquesta, personaje protagónico de la movida
limeña en las décadas de los 40s y 50s y, además, un compositor fundamental de
nuestro criollismo. Para muestra un vals de antología: Hilda.
Con ustedes, con Alberto Haro.
Es una de las
más valiosas personalidades del ambiente artístico peruano. Pianista, director de orquesta y autor de finísima
pluma. Siendo adolescente integró las
grandes orquestas de la época, con las que actuó en los locales más renombrados
de Lima. También formó parte del elenco
estable de Radio Victoria y acompañó a destacados cantantes de música criolla.
La orquesta nació el 2 de febrero de 1993.
Originalmente se llamaba "Los Hermanos Guerrero Neira", y estaba
formada por los hermanos: Lorenzo, Floro, Noemí, Fredy, Irma, Edwin, Edita y Leo67
Inicialmente, Edwin era el cantante, y Lorenzo la primera
guitarra, cuyas canciones originalmente dedicaban a la cumbia
sanjuanera, típica de Piura, y se ganaban la vida en diversos locales,
peñas y fiestas de Piura, realizando una fusión entre la cumbia norteña y
los sanjuanitos, pues la influencia de la música popular ecuatoriana
era considerable en los distritos del norte, como Piura.
Felipe Pinglo cien años después La influencia del compositor sigue presente en las últimas generaciones de criollos. En el 2000, la cantante Lucy Avilés presentó una recopilación de catorce temas de Felipe Pingo, llamado “Cien años después”. Asimismo, Renzo Gil y Carlos Castillo presentaron un disco titulado “Cantando la historia” en que interpretaban canciones inéditas. En los centros musicales y las peñas de Lima, se pueden escuchar esas canciones de inicios de siglo XX.
Hay algo en su música que todavía cautiva el oído y los corazones de
los peruanos. El último reconocimiento, y el más grande, fue en agosto del 2016, cuando el Ministerio de Cultura declaró toda su obra musical como Patrimonio Cultural de la Nación. La resolución publicada en el diario oficial El Peruano
explica que su música “representa una gran contribución y un punto de
quiebre en el desarrollo de la cultura criolla, al aportar valores
musicales y líricos que sientan un referente a nuevas generaciones de
músicos y cantantes en todo el país”.
DARIO MEJIA: Felipe Pinglo Alva y su vals "Mendicidad"
01 septiembre 2010
Luego del oncenio del presidente Leguía (1919-1930)
la ciudad capital del Perú había crecido en cerca de 100,000
habitantes, teniendo, según el censo del 13 de noviembre de 1931
realizado en Lima, Callao y sus alrededores, 272,742 habitantes (la
ciudad de Lima), mientras que Miraflores tenía 25,972, Barranco 13,987 y
el Callao 69,800 habitantes.
Si muy bien la clase media se consolidó
durante ese período, el desempleo, en Lima, era alto y siguió creciendo
durante los primeros años de la década de los 30. Según lo señala Jorge
Basadre en su obra "Historia de la República del Perú", el número de
desocupados inscrito en la Junta Departamental de Lima Pro-Desocupados
fue de 13,302 en 1931, 19,053 en 1932 y 20,619 en 1933. La desocupación
estaba en aumento.
Como una de las principales causas de la
mendicidad es la falta de empleo, que conlleva al hambre y miseria, el
número de mendigos en Lima iba también en aumento durante la década de
los 30. Bajo este contexto es que Felipe Pinglo, al ver una persona
mendiga, crea su hermoso vals Mendicidad, que cumple 75 años de haber
sido compuesto por el inmortal bardo criollo, donde describe el drama
social por el que atraviezan las personas que se dedican a mendigar,
como último recurso para poder sobrevivir.
Felipe Pinglo acostumbraba
visitar mucho la calle Mercedarias en los Barrios Altos donde solía
hacer música con sus amigos, quienes hacían bailar las paredes de adobe
del Callejón del Fondo, que quedaba en dicha calle, y que era el lugar
donde solían reunirse los hermanos Díaz, Augusto Ballón. Guillermo
D'Acosta, "el chino" Ernesto Soto, Pedro Espinel y el Trío Mercedarias
que, por ese tiempo, estaba conformado por Samuel Joya (que vivía en el
Callejón del Fondo), Jorge Gonzales y Nicolás Enríquez.
La noche del
10 de agosto de 1934, después de haber estado deleitándose haciendo
música, Felipe Pinglo y sus amigos deciden comer algo para recuperar
fuerzas, por lo que entran al restaurante Mercedarias de la calle del
mismo nombre sin saber que esa noche, en el restaurante aquel, se
escribiría una de las páginas más bellas del cancionero peruano.
El
cronista Gonzalo Toledo, en El Comercio del 13 de octubre de 1992, contó
que una vez en el restaurante Mercedarias, Samuel Joya se pidió una
copa de pisco de entrada y es en ese momento cuando una anciana se
acerca a la mesa donde se encontraban Pinglo y sus amigos pidiéndoles
una limosna. Impactado por el aspecto de la viejita menesterosa, Pinglo
le dio una moneda de medio sol y al retirarse la anciana el Maestro se
queda pensativo, así que dirigiéndose a uno de los que atendía en el
restaurante, que también se llamaba Felipe, le pide una hoja de papel en
blanco, pero éste le alcanzó un manojo de servilletas de papel y, ante
la sorpresa de sus amigos, comienza a escribir los versos de un nuevo
vals que engrandecería a la canción criolla. El vals Mendicidad había
nacido esa noche, añade nuestro cronista.
En el diario La Crónica del
31 de mayo de 1945, Juan Rasilla Moreno (Juramo), amigo de Pinglo,
contó que Felipe Pinglo con su conjunto Mercedarias estrenó el vals
Mendicidad en un concurso de cantores y guitarristas llevado a cabo en
el cine Buenos Aires de los Barrios Altos. El grupo Mercedarias ganaría
las medallas de oro del concurso aquel.
Juramo también señaló de que
el Maestro, muy apenado, le comentó al final del concurso de que la
mayoría de los concursantes habían interpretado música internacional, a
pesar de ser todos ellos muchachos criollos. Sin embargo, Pinglo tenía
la seguridad de que no estaba lejano el momento en que nuestra música
habría de pasar las fronteras de la patria, cantándose y tocándose en
los grandes salones y lugares de abolengo.
Después de la muerte de
Pinglo, Samuel Joya empezó a componer canciones y el Trío Mercedarias
cambiaría sus integrantes. En la portada de la edición No. 1116 de "El
Cancionero de Lima", de 1936, sale publicada una foto del Trío
Mercedarias integrado, en ese entonces, por Nicolás Enríquez, Arnulfo
Valdivieso y Ernesto Soto, quienes venían actuando con éxito en teatros,
cines y Radio Dusa.
En la edición No. 1357 de "El Cancionero de
Lima" se comenta que se recordaba cinco años de la muerte de Pinglo y
que el lunes 12 de mayo de 1941 se presentó la revista titulada
"Melodías de Pinglo", con libreto de Aurelio Collantes. En dicha revista
se escenificaron cuatro de las composiciones de Felipe Pinglo, siendo
una de ellas "Mendicidad".
Los Trovadores del Perú grabarían el vals
Mendicidad, lo mismo que Jesús Vásquez, siendo interpretado por muchos
criollos que lo sumaron a su repertorio porque es uno de los valses más
representativos del cancionero criollo, y que ha pasado a la
inmortalidad.
Hoy en día, la obra de Felipe Pinglo es reconocida en
el Perú y el extranjero, siendo el Maestro considerado como el mejor
compositor de música criolla que haya existido hasta el momento en
territorio peruano.
Mendicidad
(Vals Peruano)
Felipe Pinglo
Cubierto de harapos, la faz macilenta,
el pobre mendigo limosnea un pan;
implorando siempre la bondad ajena,
a todos les pide una caridad.
Camina encorvado, cual árbol añoso,
es prueba viviente de tanta crueldad
con que el mundo azota a distintos seres
para la ignominia de su bacanal.
¿Quién es? No se sabe, su ayer es misterio.
¿De dónde ha venido? Jamás lo dirá.
Rayando la aurora sale diariamente
a esperar que el mundo le prodigue el pan:
"Señor, señorita, niño, una limosna"
pide con voz llena de angustia mortal
y un "Dios se lo pague"
que llega hasta el alma
es el mejor fruto de nuestra bondad.
Tal vez en su infancia gozó de grandezas,
quizás vivió alegre en su pubertad,
hoy, que ya declina su triste existencia,
vive, porque vive de la caridad.
Mendigo sin nombre tu tragedia afrenta
a este mundo vano, artero y falaz.
Tú, con tus miserias y con tus harapos
vales más que el oro que el mundo nos da.
Existen dos historias sobre el origen de este vals: La primera
adjudicaba el drama a Luis Enrique Rivas, un tejedor de canasta que
vivía en la parte baja del Cerro San Cristóbal.
Otra versión, en la que concordaron muchos amigos del compositor, es
que el drama de Luis Enrique fue el propio drama vivido por Pinglo entre
1921 y 1923, cuando se alejó de los Barrios Altos para hacer vida
bohemia en La Victoria. Dicen que allí se enamoró de Gianina, bellísima
hija de 17 años del industrial italiano Zuccarello. El compositor era
correspondido, motivo por el cual los padres de la tía la enviaron a
Italia, a vivir con sus abuelos en Florencia.
Al margen de estos y otros comentarios al respecto, "El Plebeyo"
planteó un drama social porque Luis Enrique, el personaje principal, era
el plebeyo que amaba a una aristócrata pero su amor es condenado por la
sociedad:
"Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo / el alma en
que se anida mi incomparable amor / ella de noble cuna y yo, humilde
plebeyo / no es distinta la sangre ni es otro el corazón / Señor, ¿por
qué los seres no son de igual valor?" (vals, El plebeyo)
José Escajadillo nació en Monsefú, Chiclayo, en 1942. A los cinco años ingresó al Colegio Diego Ferré, donde se convirtió en el artista obligado de las jornadas de canto y poesía escolar.
Sus estudios de secundaria los realizó en el Colegio Nacional San José de Chiclayo, localidad a la que migró junto a su familia, pero la inspiración no llegó hasta que tuvo 16 años, cuando compuso su primera canción: Naufragio, al alimón con Hernán Sarmiento Martínez, entrañable amigo de los días de colegio.
Escajadillo no sólo compone valses de contenido romántico, sino que además ha creado innumerables marineras norteñas y marchas dedicadas a las nuestras fuerzas armadas del Perú. (FOTO: Carlos Saavedra)
En 1968 formó el cuarteto Los Hits con Carlos Ayllón, Tito Ríos y Doyle Acosta, en el que Escajadillo destacó como segunda voz. En el transcurso de ese año, Los Hits conocen a Augusto Ferrando, quien los invita a formar parte de la Peña Ferrando durante dos años. “Don Augusto nos comprometió a trabajar con él en forma exclusiva, pero lo gracioso de ello es que no existía un papel firmado, aun así, lo cumplimos al pie de la letra”, recuerda con una sonrisa.
A inicios de 1970 Los Hits se separan y Escajadillo decide dedicarse de lleno a la composición, vocación en la que se encuentra inmerso hasta el día de hoy. “Tras la disolución del grupo, empecé a componer con más ahínco y así nace Jamás impedirás, que logró gran éxito en las voces de Cecilia Barraza y Lucha Reyes”, evoca melancólico.
Luego vendrían éxitos como Yo soy, Las horas que perdí, Cuando llegue la hora, Que somos amantes y algunas marineras norteñas como El Sueño de Pochi, que grabó a dúo con Panchito Jiménez y que se ha convertido en tema obligatorio de todos los festivales de marinera que se celebran anualmente en Trujillo.
Escajadillo es el segundo compositor peruano en recibir un reconocimiento de la OEA, otorgándole el título de ‘Compositor de las Américas’. Antes de él, en 1987, la OEA reconoció a Augusto Polo Campos.
El 1 de noviembre del año pasado, José Escajadillo recibió el título de la OEA de ‘Compositor de las Américas’, en reconocimiento a su aporte a la cultura peruana. “Era algo que no esperaba pero esto significa un impulso importante para continuar en el camino de la creación”, apuntó.
Además de este reconocimiento, Escajadillo recibe este 29 de octubre la Medalla de Honor de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega por sus valiosos aportes a la canción popular costeña, mientras que el 30 y 31 de octubre se presentará en el espectáculo Por Nuestra Música Criolla, al lado del maestro Pepe Torres en el Teatro Municipal de Lima. “Esta es una maravillosa oportunidad para reencontrarme con quienes han seguido mi trabajo a lo largo de estos 45 años y me siento contento por ello”, concluye. (Omar Huamán)